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La calle abierta como un sueño hacia cualquier azar

Texto escrito para la presentación del fotolibro de Ignacio Prudencio en Kiosko Galería, Santa Cruz, Bolivia.

Un fotolibro es siempre un espacio hacia adentro y hacia afuera, configurando una relación íntima con quien lo observa, con quien lo lee; actualiza en el presente una temporalidad configurada como un "esto fue". Pero al recorrer las páginas del libro de Ignacio Prudencio, algo de esa temporalidad que se actualiza no me suena a un verbo pasado, más bien parece un presente eterno, suspendido.

El libro como objeto nos mira desde ese primer retrato en blanco y negro de un rostro que emerge de la sombra y nos devuelve la mirada como una suerte de espejismo. Al abrir el libro, nos encontramos con una hoja de materialidad translúcida que, en cierto punto, nubla los datos formales del título y el autor. Hasta aquí tenemos dos pautas importantes: el libro como un espejo o espejismo, y una especie de neblina, transparencia o ambigüedad.

"La calle abierta como un sueño hacia cualquier azar" es el título.

A continuación, vamos recorriendo las páginas de esta propuesta visual "hacia cualquier azar". Las imágenes son fotografías fragmentarias de corporalidades y espacios. Cada vez que damos vuelta una hoja, nos encontramos con dos tipologías: una corporalidad y un espacio. De esta manera, Ignacio nos va planteando esa relación intrínseca entre un cuerpo y su espacio. El espacio es un espejismo del cuerpo y viceversa.

A medida que avanzamos por las páginas del libro, empieza a emerger un patrón, un gesto editorial clave. Este gesto tiene que ver con insertar "entre" dos páginas que construyen una imagen en horizontal, una hoja en la cual en ambas páginas hay dos imágenes. Este intento por describir textualmente la experiencia en la lectura de este gesto es muy pobre, por lo cual les recomiendo experimentarlo por ustedes mismos.

El gesto editorial del "entre" páginas nos revela otro aspecto interesante para la lectura del libro: no existe una temporalidad lineal en el relato visual, así como tampoco un tiempo pasado ni futuro. Más bien, propone un eterno presente suspendido, en el que los personajes que transitan estas calles quedan suspendidos en espacios eternamente en ruinas o eternamente en construcción, distantes y a la deriva. También la mirada de Ignacio y su propia corporalidad se encuentran suspendidas en un eterno presente por la mecanicidad técnica de su cámara fotográfica. El obturador, la película, el grano, su mirada, su cuerpo y el territorio; algo de esta experiencia física y metafísica se encarna en las fotografías. Y esto nos lleva a reflexionar sobre la performatividad del acto fotográfico y el hecho de usar una cámara analógica.

El impulso creador del autor, que se vislumbra en el título de esta obra, es el azar, la deriva, que más que un concepto es una acción. En el libro convergen numerosos recorridos a través de un territorio específico: la ciudad de Lima en Perú. En sus calles, avenidas, playas, rostros y ruinas, Ignacio va configurando su propia relación con el territorio y su identidad. Cada recorrido es un impulso guiado por la curiosidad y la intuición, una deriva psicogeográfica debordiana en la cual las corporalidades y los espacios se convierten en configuraciones territoriales de identidad en una superficie sensible. En palabras de Ignacio, se trata del "rasgo topográfico de la ciudad en el otro".

Lima, según nos cuenta Ignacio, es una ciudad muy particular. Aquí entra en juego la subjetividad de la mirada de Ignacio, pues creo que no es la ciudad en sí la que es particular, sino que Ignacio posee una mirada particular. La Lima en la que deriva Ignacio es un territorio que, al igual que muchos en América Latina, "encarna la esquizofrenia de compartir el mismo cuerpo para dos identidades opuestas: el ilustrado y el pueblo" (Concha, 2021, p.12). La génesis de la fotografía se desarrolla en medio del pensamiento positivista decimonónico y la crisis existencial del sujeto, marcada por el nihilismo en lo filosófico y el romanticismo en lo artístico. Este contexto de génesis no es casual para la forma en que hoy miramos fotográficamente; nuestra mirada fotográfica no es más que la continuación de una forma de sometimiento del orden espacial a la ilusión perspéctica bidimensional del Renacimiento florentino (Concha, 2021).

La mirada de Ignacio parece activar esa condición occidental de la fotografía y encarnar a un flâneur latinoamericano contemporáneo, activando a su vez el espíritu situacionista de la deriva como un acto poético de rebeldía contra el capitalismo, trazando una cartografía psicogeográfica de una Lima muy particular y, en general, el retrato convertido en objeto-libro de una Latinoamérica en constante ruina y construcción, suspendida por el acto fotográfico en un eterno presente en estado de deriva.

Para concluir esta breve reflexión sobre el hermoso libro de Ignacio Prudencio, les dejo esta cita de Marx que resume muy bien el aspecto de retrato-objeto-libro presente en esta obra:

 

"Los hombres no pueden ver a su alrededor más que su rostro; todo les habla de sí mismos. Hasta su paisaje está animado"

Lesly Moyano.

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