“Si se viaja, es a menudo para cambiar de época” N. Bourriaud

 

 

La fotografía es la reproducción analógica de la realidad y existen en ella elementos retóricos susceptibles de funcionar independientemente como un lenguaje. Es lo que el fotógrafo decide encuadrar y capturar, su estilo y su inquietud la que hace que la fotografía sea un lenguaje. La fotografía es contingencia pura y nos permite el acceso a un infra-saber, a un discurso que se va tramando por debajo. Opone en el sujeto su más dramática esencia: La muerte. Ya nada desaparece si no que se acumula neuróticamente bajo el efecto de un archivado frenético.  

 

Sabemos que el tiempo se identifica con la sucesión y el espacio con la simultaneidad pero en la representación imaginaria del mundo en que vivimos hoy, iniciado ya el siglo XXI, el tiempo y el espacio se mezclan y confunden.  En este territorio global en que vivimos confluyen muchos y a la vez singulares espacios y temporalidades bifurcadas, pues se entiende el cotidiano como un transito no lineal. Y surgen entonces nuevos conceptos a partir de la no-linealidad de la vida, el cotidiano es hoy una experiencia en constante movimiento, precario, efímero, fugitivo y sobre todo errante.

 

Es el fotógrafo en este caso un ojo errante que se mueve entre las bifurcaciones del devenir cotidiano haciendo de esta experiencia una obra fotográfica que devela un constante viaje capturando instantes en los que se va tejiendo un discurso aún mas profundo e intimo que se proyecta por calles y sujetos en movimiento constante.

 

La propuesta fotográfica de Alvaro Gumucio Li (Gumo) se encuentra inmersa en esta errancia propia de uno de sus oficios como fotógrafo del periódico Los Tiempos de Cochabamba.  Su mirada siempre impulsada por una cierta inquietud hacen de sus fotografías  bifurcaciones temporales: un viaje nostálgico a un tiempo y espacio sin anclaje.